Déjate conocer.

Desde pequeñita me ha gustado la lectura, me gusta aprender cosas nuevas, imaginarme nuevos mundos, desaparecer de la realidad y adentrarme en un buen libro.

También he sido y soy una friki de la ortografía. Me gusta escribir correctamente y odio sobremanera las faltas de ortografía. Se podría decir que me sangran los ojos cuando veo como alguien mete una patada al diccionario.

Lo de escribir... Bueno... Siempre me ha gustado escribir, pero la caligrafía no es lo mío. 
Mis padres y profesores lo intentaron por todos los medios, pero su esfuerzo ha sido en vano. Seguro que entiendes antes la receta de un médico que una nota escrita por mí.

Creo que de ese hecho radica el miedo a compartir mis escritos. Si los hiciera a mano seguro que el lector no captaría su esencia y perdería el hilo del escrito mientras me preguntase cosas del estilo: ¿Qué pone aquí?.

Todo esto fue así incluso con el blog empezado. 
Hice un par de entradas y sólo se las dejé leer a una persona.
El blog estaba ahí, sí. En Internet, a la vista de cualquiera. Pero nadie sabía de su existencia, lo cual me daba mucha tranquilidad.

¿Qué incongruencia no? Crear un blog y publicarlo en Internet y sentir miedo a que alguien lo leyera. No por el hecho en sí de leerlo, sino porque con este blog conocerían otra parte de mí que hasta hace poco estaba oculta.

El tema de abrirse, dejar caer tu coraza y permitir que los demás conozcan algo más de ti siempre da miedo.

No me considero escritora, pero si aprendiz. Aprendo de cada situación algo nuevo e intento plasmarlo con palabras aquí.
A veces se hace difícil, pero todo es ponerse. Y con un empujoncito siempre es más fácil, porque, como alguien me ha dicho: "Mola como pones tus pensamientos con las letras más finas".




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